Explorando Poniente (II): Ponga un dragón en su vida

 

Cuando tenía nueve años se estrenó en España la que desde entonces ha sido, sin excepción, una de mis películas favoritas de todos los tiempos, Parque Jurásico, que puedo recitar casi de principio a fin y defenderé ante cualquier tribunal. Junto a la película en sí, que a esa edad me resultó terrorífica y fascinante, recuerdo la locura por los dinosaurios que se extendió por todas partes. Concretamente, recuerdo llegar al por entonces único Toys’re us de la ciudad y encontrarme el suelo lleno de huellas de dinosaurio, que formaban un rastro inconfundible que se adentraba en las profundidades de la tienda. Seguí las huellas, pegatinas en el suelo, y éstas me condujeron a una interminable estantería llena de peluches de dinosaurio, tazas de dinosaurio, juguetes de dinosaurios, y, por supuesto, las inevitables figuritas con las caras de los protagonistas de la película que, allá por los años noventa, no eran tan comunes ni tan fáciles de encontrar en mi ciudad. Ésa fue, creo, mi primera experiencia directa con el merchandising.


Hoy en día todos, absolutamente todos los productos de la cultura popular, tienen su propio merchandising. La idea de éste, sobre cuya legitimidad podríamos discutir, no se aleja demasiado de los propósitos de este blog: continuar, transformar la experiencia cultural básica, que en su origen es literaria, o fílmica, o televisiva, o de cualquier otro tipo, y extenderla más allá de sus límites, convertirla en un todo transdiscursivo. De manera que si, como en mi caso a aquellos tempranos nueve años, el cuerpo me pide más y con la película o el libro no es suficiente, puedo llenar las paredes de mi cuarto con pósters, comprar los libros sobre cómo se hizo (esos famosos El arte de…), llevar mis libros en la mochila con el logotipo de la película, plantarme una de las frases más famosas en una camiseta o en una chapa, beber mi desayuno en una taza serigrafiada… La lista de posibilidades es interminable.  

A ver si adivinas cuánto vale el bastoncito en ebay...
A ver si adivinas cuánto vale el bastoncito en ebay...

El caso de Jurassic Park, además, es paradigmático porque se trata de uno de los primeros casos (después Pixar recogería la antorcha) en los que el merchandising forma parte de la propia película. ¿Recordáis esa estupenda escena, hacia el final de la película, en la que John Hammond le cuenta a Ellie Satler sus orígenes como empresario, con su célebre circo de pulgas, en lo que parece ser el centro de visitantes de Jurassic Park? ¿Recordáis las estanterías llenas de peluches y juguetes articulables con forma de dinosaurio, que con la música de John Williams de fondo adquirían una nueva dimensión? Son los mismos que podían comprarse, poco después, en las estanterías a las que me condujeron las huellas de dinosaurio. Es metamerchandising, publicidad de la película dentro de la película. 

Pre-HBO
Pre-HBO

Sería divertido ver a Ned Stark desayunando en una taza con el símbolo del lobo huargo, ahora que lo pienso.

 

Y es que Poniente, por supuesto, no se halla a salvo de las garras del merchandising. Nunca lo ha estado, desde luego, ni siquiera antes de que la HBO se apropiara de los contenidos y personajes de la famosa saga. De hecho, existe un antes y un después en el merchandising de Canción de Hielo y Fuego antes y después de Gameofthroneslapelícula: el aspecto de los personajes. Antes de la HBO, las figuritas de Daenerys Targaryen, que también las había, daban al personaje un aspecto más salvaje, más cercano al de una bárbara tradicional de los juegos de rol, más parecida a Red Sonja, por ejemplo.  

Hoy, las figuritas, considerablemente más caras pero también más fáciles de encontrar, tienen todas un rostro que intenta parecerse, con mayor o menor éxito, a las adorables facciones de Emilia Clarke, que sí, se ha hecho con el personaje, pero resta agresividad al mismo. Hablaremos de los aciertos y errores del casting (y propondremos nuestras alternativas) en la tercera entrada de esta serie.

 

También eran diferentes las camisetas con los emblemas de cada casa, más complejas, más extrañas, menos aptas para el consumo masivo. 

 

Y post-HBO
Y post-HBO
Eau de Khaleesi
Eau de Khaleesi

Pero, sobre todo, la principal diferencia con el merchandising pre- y post- HBO está en la cantidad y la variedad. Antes, con algo de voluntad y mucha paciencia, podías comprarte una camiseta y, con mucha suerte, un parche para la chaqueta, de esos que se cosen.

Hoy puedes encontrar de todo en cualquier tienda. En serio. De todo.

Chapas.

Camisetas.

Tazas.

Libros sobre los libros.

Libros sobre la serie.

Libros que surgen de los libros.

(Horrendas) adaptaciones a cómic.

Figuritas.

Cartas para jugar al rol.

Juegos de mesa.

Y aquí empieza lo extraño o lo ridículo: libros de cocina, broches (con la forma de la mano), peluches (qué monos esos huargos de ojos rojos…), y huevos, huevos de dragón por todas partes: colgantes con forma de huevos de dragón, pendientes con formas de huevos de dragón… ¿Quieres oler a khaleesi? Puedes comprarte el dispensador de colonia con forma de huevo de dragón. Y no, no es broma, a las pruebas me remito.  

¿Dragón a la brasa?
¿Dragón a la brasa?

Así, los bastardos de Canción de Hielo y Fuego, (no pun intended), nos permiten prolongar la experiencia, estirarla y alargarla hasta casi la náusea. Sin embargo, nada es comparable, en este caso, al original. Ni siquiera la serie de televisión. ¿Para qué sirve entonces el merchandising, además de para tomar partido? Además de la respuesta evidente (sip, todo es muuuuuy caro), para contentar al fan. Hablaremos en otra ocasión de los distintos tipos de fan que existen (desde el fetichista al elitista pasando por el inconsciente, el enfermizo, el entusiasta, el novato y el mago de nivel 10.000), pero lo cierto es que a veces es difícil resistirse, y en este caso soy yo, Cpt. Flint Baker, quien toma partido, como lectora pre-HBO de los primeros cuatro volúmenes de Canción de Hielo y Fuego, seguidora (contestataria en ocasiones) de la serie, yo, que desayuno en mi taza de los Lannister y me fotografíe en ese Trono de Hierro de cartón piedra con mi camiseta, de nuevo de los Lannister (sí, qué pasa, me atraen esos malnacidos de cabello rubio: la culpa es del bajito que lee libros gruesos y polvorientos). 

De hecho, a veces el papel activo de los fans (ficticiamente activo gracias al merchandising, dirían algunos) da al asunto una vuelta de tuerca curiosa, hasta el punto de que los propios lectores-espectadores-compradores se fabrican sus propios objetos de continuación de la experiencia: ¿conocéis la customización de ponys? ¿No? Pues es fascinante… 

Esto ya da miedo...
Esto ya da miedo...

Así que mi preocupación con el tema del merchandising no es exactamente ideológica (aunque a veces se producen casos curiosos. Como el de la línea de lacas de uñas que ha sacado una conocida marca imitando los “colores del Capitolio”, de otra saga, Los juegos del hambre: puedes escoger a qué distrito quieres seguir, lo que, sí, inevitablemente, y a un nivel tan básico que pasa desapercibido, conlleva una elección ideológica; y luego está el merchandising siniestro, el que va más allá de lo cultural y pasa a otras esferas de la vida. No, como decía, al menos en el caso de Poniente, mi preocupación no es ideológica, sino puramente literaria. Así que lanzo mi mensaje.

Por favor, señores de la HBO y de Hasbro (o quien se ocupe de estas cosas): dejen de distraer al señor Martin. Necesitamos que escriba, y necesitamos que escriba ya, así que más allá de aprobaciones de casting y el ocasional guión les pedimos desde Continuará que no le planteen tonterías innecesarias que puedan robarle tiempo de su verdadera misión, que no es otra que acabar la dichosa saga. En serio. Por favor. Toda ayuda es poca. No lo distraigan, repito, no lo distraigan, o jamás sabremos… No, es una entrada spoiler free. Nada de detalles. Ya continuaré en otra ocasión…

 

Continuará…

 

                                                                                                Cpt. Flint Baker

                                                                                                cpt.flint.baker@gmail.com

 

 

 

 

Si quieres leer la primera entrega de esta serie, puedes hacerlo en: 

Explorando Poniente I: Basado en hechos reales...

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Comentarios: 3
  • #1

    Penny Cleese (lunes, 04 junio 2012 18:38)

    ¿Eau de Fuego y Sangre? ¿En serio?

  • #2

    Drender (lunes, 04 junio 2012 20:51)

    Yo también me compraba todo lo que encontraba de Jurassic Park (o lloraba cuando mis padres me decían que NO). Algo que he recordado al leer lo de las huellas en el suelo del Toys "R" Us es que en la tienda de Time Square (New York) tienen, o al menos tenían hace cinco años que es cuando las vi, una replica de las puertas del parque casi a tamaño natural. Era flipante...
    Secundo la propuesta final: !!!MARTIN, DEJA LOS JUGUETITOS Y ESCRIBE POR FAVOR!!! (esto me recuerda a un padre diciéndole a un hijo que le pide un tyranosaurus rex que...)

  • #3

    El Advenedizo (lunes, 04 junio 2012 21:26)

    ¿Quién no quiere oler como un Khal o su Khaleesi?

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