Más que un videojuego, una experiencia

Todo comienza en negro, ruidos de cascos de caballos, el crujir de un carromato y el viento aullando. Lentamente la imagen aparece, primero desenfocada y gana nitidez hasta descubrir que estamos sentados en un carro con las manos atadas a la espalda. Sólo puedo girar la cabeza y contemplar el paisaje montañoso mientras mis compañeros reos conversan. Uno de ellos es importante, el jefe de una rebelión contra el imperio: Ulfric Stormcloak, señor de Windhlem. Pronto mi cabeza rodará por los suelo junto con la de varios rebeldes y su jefe. Pero yo no soy rebelde...

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Llegamos a un pequeño poblado fortificado llamado Helgen. Los soldados imperiales que aguardan junto a la losa de ejecuciones hacen recuento de presos hasta llegar a mí. No saben quién soy, no estoy en la lista, así que me preguntan. Les doy mi nombre, mi raza (nórdico en este caso, pero podría haber sido elfo, orco, argoniano, imperial...), pongo rostro a mi avatar. Decido cómo voy a ser.

Observo a una sacerdotisa dar un discurso interrumpido por un impaciente voluntario a ser el primero en unirse a los dioses, “no les hagamos esperar más” exclama. Su cabeza pronto cae en un cesto. Mi turno. Mientras me acerco, un rugido lejano se alza sobre las montañas. “¿Qué ha sido eso?”, se preguntan algunos inquietos. El general imperial manda orden y continuar con mi ejecución.

 

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Con mi perspectiva sesgada propia de tener apoyada la cabeza en la losa, observo cómo el verdugo levanta el hacha. No llega a caer. Una gigantesca figura se alza tras las almenaras de una torre a espaldas del verdugo. Otro rugido, esta vez sobre nosotros. Todo comienza a arder, el caos se adueña de la situación. Los aldeanos corren a refugiarse, los imperiales se desperdigan confusos y uno de los rebeldes me invita a acompañarle en su huida. Puedo decidir si seguirlo o hacer lo propio con un imperial. Decido ir con el rebelde porque, ¡eh!, ¡los otros me iban a cortar la cabeza!

Entre la destrucción del Dragón nos hacemos con unas hachas, arcos y flechas, las armaduras de unos soldados muertos y encontramos la entrada a una caverna. El sitio perfecto para esconderse de nuestros enemigos. Arañas y un oso se cruzan en nuestro camino. Las primeras caen bajo el filo de nuestras hachas, al segundo le lanzo una flecha mientras duerme (podría haberlo dejado vivir, pero su piel y garras vienen bien para ganar algo de oro).

La caverna se acaba y salimos al exterior. El dragón pasa sobre nuestras cabezas alejándose satisfecho por ahora. Somos libres. Mi compañero rebelde me invita a seguirle hasta Riverwood, un pequeño poblado a la sombra de una montaña coronada por unas ruinas en su cumbre, Bleak Falls Barrow se llaman. Como necesito víveres decido ir con él.

 

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En Riverwood vive la hermana del rebelde. Nos da cobijo y me agradece la ayuda a su hermano. Al despedirnos me piden que en mi viaje pase por Whiterun, hogar del señor de esas tierras, y avise del peligro del dragón. Supongo que eso haré, no veo por qué no. Pero por ahora decido entrar en una tienda a comprar víveres, los dueños (una pareja) discuten. Les han robado un objeto valioso y me ofrezco para recuperarlo. El objeto es una garra de oro y la tienen en su poder unos bandidos en Bleak Falls Barrows. Allá que voy.

El ascenso por la montaña es largo, el viento es cada vez más fuerte. Caen unos copos de nieve y la noche cae sobre mí antes de llegar a las ruinas, me preparo con el arco, no sé qué me espera así que he de ir con cuidado, y me aproximo lentamente con una flecha preparada. Localizo a un vigilante y lo elimino en la distancia. Esto hace advertir a otro que se encuentra más cerca y que no había visto. Tengo el tiempo justo para sacar mi hacha antes de que su espada caiga sobre mí. Es grande pero yo más rápido. Consigo vencerle. Rebusco en los cuerpos, hallo dinero, pociones de curación.

Una entrada en las ruinas me lleva por el interior de la montaña, enfrentándome con bandidos primero y arañas después. Encuentro un cofre cerrado que consigo abrir con unas ganzúas. En el nido de las arañas un elfo se encuentra atrapado entre las telarañas esperando ser devorado. Tiene en su poder la garra de oro, le daré su libertad a cambio de ella, pero una vez libre huye y comienzo a perseguirlo hasta darle muerte.

 

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¿Por qué tanto interés en esa garra? El misterio se resuelve explorando un poco más la montaña, pero antes me salen al paso muertos vivientes (Draugrs). El secreto es una puerta con un hueco en el que encaja la garra. Es una llave. Dentro espera un rumor, un rumor que poco a poco, al acercarme, se convierte en un fuerte canto. Atraido por el canto, llego a un extraño muro del que surgen unos símbolos grabados en la piedra. Un fuerte viento me envuelve y unas misteriosas palabras se me graban en la cabeza. No sé qué es, pero me siento un poco más poderoso. 

 

De vuelta en Riverwood entrego a sus dueños la enigmática garra. A cambio obtengo una buena cantidad de piezas de oro. Aún es de noche, así que toca descansar un poco. Hay una posada en el pueblo, con el dinero pago una habitación y decido dormir unas horas hasta el amanecer.

Haciendo balance, mis pasos me han llevado desde la losa de ejecuciones, por cavernas, ruinas y pueblos, luchando con increíbles seres hasta aquí. ¿Qué hubiera ocurrido si no hubiera seguido al rebelde? Eso es algo que solo podré saber en otra partida. Por ahora habrá que seguir hacia delante, aunque aún no he decidido en qué dirección...

El de hoy ha sido un buen día en Skyrim, un buen comienzo...

 

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Continuará...                                                     

Drender

drender.render@gmail.com

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Comentarios: 2
  • #1

    Drender (domingo, 29 abril 2012 14:11)

    Skyrim es la quinta entrega de la saga The Elder Scrolls de Bethesda Studios. Ha salido en tres plataformas: Playstation 3, Xbox 360 y PC. Ha sido un éxito inmediato desde el día que salió (el 11-11-11) . Aquí un servidor lo ha disfrutado en PS3 (a pesar de ser la versión con más fallos) y en completo ingles (de ahí que use en el texto los nombres originales).
    Como mínimo hay que probarlo...

  • #2

    Ramón Vidal (lunes, 30 abril 2012 10:02)

    Yo voy jugandolo por temporadas mentras alterno con otros juegos pero desde luego es toda una experiencia, desde la ambientación vikinga mezclada con el imperio romano tardio, al hecho de poder matar a un dragon de cientos de formas distintas.

    Por otro lado quiero declarar aqui que en el principio no hace falta hacer como Drender y unirse a esos zarrapastrosos capas de la tormenta, la legion imperial te da su perdon de inmediato para que puedas unirte a sus civilizadoras filas.

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