Extraordinary Watchmen (IV): Vidas paralelas.

The Sentinels of Ju

Len Wein encargó a Alan Moore a principios de los 80 que escribiese una miniserie sobre los personajes de la Charlton Comics cuyos derechos DC había adquirido recientemente, en una táctica de fagocitar a la competencia tan antigua como la propia compañía, ya en ese momento propiedad de la Warner, y que ha seguido prolongando hasta nuestros días. Como ya es sabido, Moore les dio un tratamiento tan extremo que Wein le recomendó que les cambiase los nombres para respetar el argumento que tenía pensado, pero que las franquicias siguiesen disponibles para DC.

 

De esos seis personajes, al menos tres de ellos –Peacemaker (The Comedian), Nightshade (Silk Spectre) y Thunderbolt (Ozymandias)– han pasado sin pena ni gloria por Universo DC. Quizás ella, como miembro ocasional de Shadowpact o el Escuadrón Suicida, ha pasado por ser una secundaria de cierto relumbrón, pero poco más. Los otros dos, que ni siquiera fueron creados directamente por Steve Ditko, –la única gran estrella en su apogeo de la que pudo presumir la Charlton, y quien le dio visibilidad a unos tebeos hasta entonces más bien normalitos–, aparecen de vez en cuando de relleno. Y en el caso Peacemaker, está demasiado contagiado por su reverso mooreniano.

 

Sin embargo el Capitán Atom (Dr.Manhattan), Blue Beetle (Nite Owl) y The Question (Rorschach) sí que son importantes personajes de la mitología DC posterior a Crisis en las Tierras Infinitas, la historia que unificó todas las franquicias en un mismo universo de ficción. Los dos primeros formaron parte de la Liga de la Justicia Internacional de los guionistas Giffen y DeMatteis –y sí, eso ya se considera un clásico–, y el tercero protagonizó a finales de los 80 su propia cabecera, guionizada por Denny O’Neill, que actualizó y suavizó las líneas básicas del personaje de Ditko. Más tarde, Dwayne McDuffie lo adaptaría genialmente en la serie de animación Justice League Unlimited.

 

El Capitán Atom recibió un aspecto parecido al del Doctor Manhattan cuando fue ‘asumido’ por el UDC. Sin embargo, su nombre no es sólo para impresionar, de verdad es capitán de las fuerzas armadas de EEUU. Así que, más que un héroe cuasi omnipotente alejado de la humanidad, tenemos a una bomba atómica con piernas y mentalidad castrense. Honrado y esforzado, el cuadriculado Nathaniel Adam ha ejercido de líder del ramal europeo de La Liga de la Justicia, gozado varias veces de serie propia y viajado entre universos en más de una ocasión.

 

Célebre es la anécdota de cómo iba a ser el villano final de ‘Armageddon 2001’, la gran saga de DC para 1989. Un héroe del futuro regresaba más de diez años en el pasado para averiguar qué superhéroe era en realidad Monarca, el dictador que subyugaba al mundo. El principal candidato, por poderes y mentalidad, era Atom, pero fue tan descarado, los fans lo adivinaron con tanta anticipación –y sin internet, listos–, que la editorial decidió cambiar en el último momento.

Curiosamente, el elegido para sustituirlo sería otra creación de Steve Ditko, aunque no de la Charlton, sino de las que hizo para la propia DC: Halcón, de Halcón y Paloma. Sí, un superhéroe neonazi y otro pacifista, hermanos para más inri, formando equipo, una idea muy propia de Ditko. En la versión moderna, se sustituyó al hermano pequeño por una chica como Paloma, para añadir el giro de la relación amorosa entre ambos.

 

El segundo Blue Beetle, Ted Kord –digamos el equivalente a Dan Dreinberg–, ha sido el eterno pretendiente de Barbara Gordon, la primera Batgirl, parapléjica por acción de Moore en The Killing Joke y reconvertida en Oracle, la genio informático que coordina a la batfamilia, la Liga de la Justicia y el grupo de vigilantes femeninas conocidas como las Aves de Presa. Que Ted financia, prisionero de los ojos verdes de la hija del Comisario Gordon a pesar de saber que no puede competir con Dick Grayson, el primer Robin, independizado como Nighwing.

 

Tal y como estáis pensando, Ted, igual que Dan Dreinberg, es un superhéroe pringado. Es un genio de la ingeniería, tiene muchos recursos tanto económicos como personales, y es más ágil, fuerte y rápido que una persona normal. Pero comparado con gente del nivel de Batman o Wonder Woman –de la que también está un poco colgado, aunque, en fin, ¿quién no?–, es un pringado que nunca jugará en las grandes ligas. Y un pagafantas de manual, encima.

 

Sus más grandes aventuras las ha vivido como dúo cómico con Booster Gold, otro héroe cuando menos especial. Booster es un viajero del tiempo en versión Beef de Regreso al futuro: ¿por qué salvar al mundo pudiendo utilizar la información que tienes sobre el futuro para hacerte rico y famoso? La gracia de Booster es que, siendo un inútil inmaduro, se las arregla con mucha cara, algo de encanto y bastante potra para parecer eficiente. Beetle hacía de payaso serio cuando vivían aventuras juntos.

 

La muerte de Blue Beetle a manos de su antiguo jefe en la Liga de la Justicia, Maxwell Lord, fue el detonante de la gran saga épica de DC Comics a principios del siglo XXI –luego se les fue de las manos y han hecho una saga épica definitiva cada seis meses–. En ella Ted se revela como un detective más que eficiente cuya pringadez le sirve para darse cuenta de un problema tan subterráneo que escapa de la vigilancia de los grandes. Será Wonder Woman quien vengue su muerte, acabando con Max Lord.

 

La muerte de Ted Kord fue como deberían ser las muertes en la ficción épica en general y en los tebeos de superhéroes en particular: con sentido dentro de la historia y dignidad fuera de ella para el personaje. Provocó, además, el renacimiento de dos series. En primer lugar, su propia cabecera, con un nuevo Blue Beetle, el divertidísimo Jaime Reyes, que adapta a los tiempos al personaje. Si el de los años 30 eran un arqueólogo que recibe poderes mágicos de un escarabajo sagrado y pelea con mafiosos y el de los años 60 un detective millonario que usa mil gadgets para combatir supervillanos coloristas, el Beetle del siglo XXI es un adolescente adicto a la informática y los videojuegos que utiliza una armadura extraterrestre, mezcla de Peter Parker y un joven Tony Stark.

Y luego está la serie de Booster Gold. El guionista Geoff Johns, que da lo mejor de sí cuando resucita personajes por los que ya nadie daba un duro y se diluye cuando se enfrenta a las grandes franquicias, dio la vuelta al planteamiento de Booster convirtiéndolo en el ‘policía del tiempo’ del Universo DC. Michael Carter, jugador de fútbol fracasado del siglo XXIII, debe salvar el tiempo y el espacio sin que nadie sepa que es un héroe, pues sus enemigos podrían viajar al día de su nacimiento y matarlo en la cuna o boicotearlo de mil maneras.

 

Así, Booster se convierte en el más grande héroe de todos los tiempos… que debe fingir ser un inútil total ante el resto del mundo para poder cumplir su misión. Es, al mismo tiempo, el tutor no oficial del nuevo Beetle, y juntos tratarán de rescatar a Ted Kord, con desastrosos resultados que provocan. Johns, en la mejor tradición de Peter David –hablaremos de él largo y tendido algún día–, retuerce la premisa básica del héroe para convertirlo en un ciclo trágico: está atrapado por su propio destino y no puede escapar de él, como Barbara Gordon no puede escapar de la silla de ruedas o Ted de la muerte anónima para salvar el mundo. Aunque siempre hay resquicio para la esperanza.

 

Y, finalmente, The Question. Cuando Ditko se independizó completamente de las grandes compañías –ha roto con ellas de manera definitiva dos o tres veces, digamos que esto fue hacia la segunda ocasión que pegó el portazo–, empezó a autoeditar la aventuras de Mr. A. Ya hemos hablado en anteriores entregas como Ditko asumió las ideas de Ayn Rand. El objetivismo se resume en la frase ‘A=A’, es decir, lo que es, es, nada de relativismo, nada de complejidad. Un delincuente siempre será un delincuente. Mr.A deja morir a los criminales porque ellos solos se lo han buscado. Para Ditko, Mr.A era la versión sin censura de The Question.

 

Sin embargo, Denny O’Neill primero y Dwayne McDuffie después decidieron convertir al personaje en algo a medio camino entre el Rorschach de Watchmen y el periodista conspiranoico con el que soñaba Ditko pero que nunca fue capaz de ajustar. En su propia cabecera, era un héroe y acababa teniendo razón, y O’Neill le añadió un sentido del humor juguetón y algo retorcido que versiones posteriores no han respetado. También porque el guionista captó rápidamente el paralelismo de su origen con el de Spirit: periodista que finge su propia muerte para escapar de la mafia y usa sombrero y gabardina como parte de su disfraz.

 

Tras Infinite Crisis, la gran historia épica que comenzó con la muerte de Ted Kord, llegó 52, una aventura semanal y coral, un experimento que no ha vuelto a salirle bien a DC Comics, en el que una de las protagonistas era la ex agente de policía de Gotham City, René Montoya. Surgida de Batman: The Animated Series, igual que Harley Quinn –y del mismo modo que Barbara Gordon nació del Batman de Adam West–, el papel principal de la agente Montoya era darle variedad étnica y de género a un departamento de policía de Gotham que hasta entonces sólo gozaba de dos agentes con nombre y apellidos: el comisario Gordon y el detective Harvey Bullock.

Montoya no tardó en dar el salto a los tebeos ante la popularidad que ganó el personaje, convirtiéndose primero en ayudante de Gordon y luego en compañera de Bullock, al que hacía de contrapeso. Posteriormente, el guionista Greg Rucka empezaría a desarrollar el departamento completo, creando toda una legión de policías, que pasarían de las páginas de la clásica Detective Comics a tener su propia cabecera, Gotham Central.

 

Entre medias, René se convirtió en objeto de enfermiza obsesión por parte de Dos Caras y esperanza para la redención del bueno de Harvey Dent, una pasión no correspondida dado que la detective –sí, también asciende, y de llevar uniforme de madero de infantería pasa a lucir gabardina, como toda la plana mayor del GCPD–, para hacer honor a la tradición no oficial de la batfamilia, es homosexual. Y dura, muy dura, como debe serlo un policía en Gotham City.

 

Gotham Central desarrollaba las aventuras de Batman desde el punto de vista de los policías de la ciudad, es decir, de personas normales para quienes los supervillanos no son chistes góticos, sino peligros mortales. Ed Brubaker y Greg Rucka se turnaban los guiones, uno escribiendo el turno de mañana y el otro al de noche. Al final de la serie, el compañero de René, Crispus Allen, moría a manos de un policía corrupto que quedaba libre y ella, destrozada, renunciaba.

 

En 52, Vic Sage, The Question, aparecía de repente en la vida de una autodestructiva René para redimirla y entrenarla como su sucesora. Por el camino, en una historia mezcla de noir y superhéroes, se presentaba Kathy Kane, la nueva Batwoman y novia de la universidad de la agente Montoya. En la batalla final, y tras la muerte por cáncer de Sage, René asumía el manto y salvaba a la chica.

 

Aunque Montoya tenía más sentido como ‘persona normal’ dentro del ‘bat-universo’, su conversión fue lo suficientemente convincente para los fans. Sin embargo, luego los guionistas no tuvieron capacidad para darles aventuras a la altura de las expectativas que habían creado, ni siquiera el propio Greg Rucka.

 

La última vuelta de tuerca sobre The Question llegó tras el reinició total del UDC y la llegada de las New 52!. El nuevo Question no es un periodista que fingió su propia muerte y combate al poder en la sombra, tampoco un justiciero filofascista de moral estricta, ni una detective desencantada que lucha por la verdad y la mujer que ama. Ahora es una fuerza fundamental del universo, emparentada con la mismísima Pandora mitológica y el ya no tan misterioso Phantom Stranger. Un cambio, de personaje noir y realista a ‘mágico’, que está por ver cómo funciona, y que desde luego traiciona completamente el planteamiento original del racionalista Ditko –que, todo sea dicho, también fue el creador de la particular estética del Doctor Extraño de la Marvel–.

Entregas anteriores de EXTRAORDINARY WATCHMEN:

 

Extraordinary Watchmen (I): ¿A quién pertenecen los vigilantes?: Parte 1 y Parte 2.

Extraordinary Watchmen (II): El montaje del director.

Extraordinary Watchmen (III): El Armageddon de las historias.

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