Extraordinary Watchmen (I): ¿A quién pertenecen los vigilantes? (1 de 2)

Este verano estamos viviendo el lanzamiento de Before Watchmen, la precuela a base de miniseries de la obra cumbre de Alan Moore y Dave Gibbons, daño colateral provocado por la película de 2009 dirigida por Zach Snyder. Moore, como viene siendo habitual cada vez que se toca alguna de sus historias, se mostró muy crítico con el proyecto cuando se anunció en febrero y se ha pasado refunfuñando los últimos meses, durante los que DC Comics ha lanzado anuncio tras anuncio para tratar de pescar lectores.

 

Lo más interesante de la polémica derivada –que seguramente la editorial preveía, sabiendo que sería una campaña viral gratuita, ya que aunque fuese para lamentar lo mucho que traicionan al original, las precuelas serían una lectura obligada para gran parte del fandom– no han sido los habituales improperios de Moore, sino las reacciones de sus colegas escritores. Nadie puede negar que el de Northampton tiene tendencia a tildar a todo el mundo de mercenario falto de creatividad, y lo raro es que no reciba exabruptos de retorno por parte de otros guionistas de manera más habitual.

Before Watchmen es un conjunto de 7 miniseries de cómic actualmente en publicación en EEUU y que edita DC Comics. Son ocho historias que presentan aventuras de los protagonistas de Watchmen antes de los acontecimientos que se narran en la serie original: seis miniseries dedicadas a los personajes principales –Dr. Manhattan, Rorschach, Buho Nocturno, Espectro de Seda, El Comediante y Ozymandias–, una al supergrupo que los precedió –Minutemen– y otra, que se divide en capítulos de complemento repartidas entre todas las demás, dedicado al tebeo apócrifo Crimson Corsair, que se publica dentro del universo ficticio de los Watchmen.

 

Lo más interesante del planteamiento editorial de Before Watchmen es el reparto de autores. Para los violentos Comediante y Rorschach escribe Brian Azzarello, autor de 100 Balas o Loveless; para la ingenuidad de los Minutemen y la Espectro de Seda adolescente, Darwyn Cooke, cuya obra más conocida, New Frontier, lo es por rescatar el espíritu de la Edad de Plata; para los introspectivos y filosóficos Dr. Manhattan y Búho Nocturno, J.M. Stracynski, guionista de Babylon 5 o El Intercambio, además de la etapa reciente más polémica de The Amazing Spiderman, y en las labores más complejas de todas, guionizar a Ozymandias y recuperar a los piratas, nada menos que Len Wein, el editor de la serie original.

 

Straczynski fue el primero en responder a Moore, como el más famoso de todo el reparto de autores, o al menos el que más aspira a ser una diva en el medio al nivel del propio Moore. Sus declaraciones a CBR apenas horas después de que DC hiciese oficial el proyecto no tienen desperdicio. Extracto lo más aprovechable de la traducción que hicieron los compañeros de Zona Negativa:

 

“Sé que mucha gente piensa que estos personajes no deberían ser tocados por nadie que no sea Alan, y aunque eso es comprensible a nivel emocional, es completamente erróneo a nivel lógico. Si nos basamos en su longevidad y en su reconocimiento a nivel popular, uno podría argumentar que Superman es el mejor personaje de cómic jamás creado. Pero ni Alan ni nadie han sugerido nunca que sólo a Siegel y a Shuster se les tenía que haber permitido escribir sobre Superman. Alan no dejó pasar su oportunidad cuando le ofrecieron escribir La Cosa del Pantano, y luego hizo un gran trabajo. Pero no dijo ‘No, no, no puedo, es un personaje de Len Wein’. Así que tampoco deberíamos hacerlo nosotros”.

Aquí ‘Strac’ obvia que Wein era el editor de la serie por aquél entonces, y que él mismo eligió a Moore para escribir The Swamp Thing, lo cual es una situación diferente a la de Before Watchmen, en la que el autor original está en contra del proyecto. Si hay que reconocerle cierta habilidad al meterlo en la discusión: Wein fue también el editor de Watchmen, y no sólo está de acuerdo con las precuelas, sino que escribe dos de ellas.

 

También es cierto que Wein es un autor de otra generación, la inmediatamente anterior a la de Alan Moore y en la que se crió JMS como lector, donde los guionistas pasaron a ser las estrellas y a tener pujos de artisteo y originalidad. Wein no, siempre se ha considerado un jornalero a sueldo de la compañía de turno, sea Marvel o DC, y no tiene pretensiones de propiedad sobre los personajes. Además, siempre ha dado lo mejor de sí como editor, por lo que relativiza mucho cuestiones como las que quitan el sueño a ‘Strac’ o Moore.

 

Igualmente, es bien sabido que los Watchmen no existirían como tales sin Wein, pues fue él quien le encargó a Moore una miniserie sobre los personajes de la editorial Charlton, cuyos derechos DC acababa de adquirir. La mayoría, por cierto, creados por Steve Ditko, otro autor polémico donde los haya. Moore les dio un tratamiento tan extremo –el que se lee en la serie, básicamente–, que Wein le pidió que los ‘recrease’ desde cero para no desaprovechar las ideas pero tampoco a aquellos personajes, franquicias reconocibles que la editorial quería explotar por otras vías.

 

Y viene a cuento mencionar a Ditko. El cocreador de Spiderman es un confeso seguidor de las doctrinas del ‘objetivismo’ de Ayn Rand. Sin extendernos mucho, el ‘objetivismo’ sostiene que existen los ‘creadores’ y los ‘saqueadores’. Los primeros son quienes con su trabajo hacen que el mundo gire, básicamente, y el resto los parásitos que se benefician de ello. La perturbada mental de Rand es la profeta de los neoliberales que alegremente soportamos hoy en día. Con todo, la interpretación de sus ideas que hace Ditko, en manera extremadamente coherente y honesta, lo ha llevado a rozar el anarquismo de derechas, como a Robert A. Heinlein –que no necesitaba a Rand para nada, es que él era así–.

 

Ditko se marchó de Marvel tras grandes peleas con Stan Lee –motivadas también porque de ‘The Man’ es más bien liberal frente al muy conservador Steve–, pero sobre todo porque estaba harto de que le “saqueasen” su trabajo. En los personajes de The Question –base de Rorschach–, Captain Atom –base del Dr Manhattan– y Blue Beetle –base de Buho Nocturno, aunque recrea a un personaje anterior de la Edad de Oro– volcaría gran parte de su ideología objetivista, aunque no tanto como en otros trabajos posteriores autoeditados en un alarde de coherencia digno de elogio. Desde el punto de vista de Ditko, Moore “saqueó” su trabajo, y DC y Marvel lo siguen haciendo cada día explotando a Spiderman, a los personajes de la Charlton o a Creeper, por poner algunos ejemplos.

Por supuesto, Moore ha criticado abiertamente en más de una ocasión las ideas de Ditko, el cual, cercano a cumplir los 90 años, ha ido empeorando en cuanto a intransigencia. De hecho, el de Northampton admite que intentó convertir a Rorschach en una especie de trasunto de toda esa ideología mal digerida. Denny O’Neill haría lo mismo años después al dotar de serie regular a The Question, y Dwayne McDuffie lo trasladaría a la serie de animación Justice League Unlimited. Los personajes han acabado convertidos en parodias de su autor, aunque extrañamente dignificados por toda una serie de escritores que se autoproclaman en las antípodas ideológicas que padre e hijos defienden. A no siempre es A, suponemos.

 

En fin. Como ya apuntaba antes, JMS aspira a diva –es famoso por dejar a medias, de manera bastante poco profesional, todas sus colaboraciones, lo hizo en Fantastic Four o en Superman–, así que poco después de estas declaraciones acabó enzarzándose en una discusión con los fans en Facebook. De nuevo merced a Zona Negativa, extracto las dos respuestas más significativas:

 

“Si en algún punto de los últimos 25 años, Alan hubiera dicho “sabéis, hay una historia de Watchmen que me gustaría contar” no hay ninguna duda de que DC le hubiera dado libertad creativa y un cheque tan grande que oscurecería sus oficinas durante una semana. Y le hicieron varias propuestas al respecto. En 2005, de hecho, DC le ofreció la propiedad de los personajes si volvía a hacer algunas historias con ellos.”

Tras su salida de DC en los 90, Moore juró que no volvería a trabajar con ninguna de las dos grandes. La creación de la línea ABC de Image Comics –esto lo analizamos otro día, pero digamos que era la editorial que aspiraba a ser la competencia de las otras dos haciendo más de lo mismo, superhéroes, pero con más violencia, más sexo, peor dibujo y ausencia absoluta de guiones– la justificó como un intento de socavar el duopolio, y fue allí donde parió obras como Tom Strong, Promethea o The League of Extraordinary Gentlemen. También escribió en franquicias como WildCATS y, de manera más destacada, Supreme, la copia barata de Superman creada por Rob Liefeld, pero dejándose de historias y convirtiendo la serie en un homenaje a la mitología del Hombre de Acero.

 

A finales de los 90, DC, como ha hecho muchas veces en el pasado y es previsible que siga haciendo en el futuro, fagocitó a la competencia y compró Image. Durante un tiempo el ‘Universo Wildstorm’ siguió siendo autónomo, hasta que recientemente, en el relanzamiento del Universo DC, pasaron a formar parte del paisaje, igual que sucedió con los personajes de la Charlton. Por el camino a Moore se le han acabado las excusas de que no trabajaba directamente para DC y se ha marchado a hacer la guerra por su cuenta. Porque su nombre ya es suficiente para mantener un proyecto.

 

Aunque la tentación de sacudirle es muy grande, hay que reconocerle a Alan que sea por coherencia, snobismo o mal carácter, ha sabido evitar repetirse, al contrario que, por ejemplo, Neil Gaiman, que ya ha anunciado que volverá a escribir The Sandman. También es cierto que Moore se arrepiente de lo que fue la onda expansiva de Watchmen: los tebeos amorales y ultraviolentos de los 90. Célebres son aquellas declaraciones en las que decía que al final su obra sólo había servido de legitimación intelectual a la basura. “Watchmen es una excusa para seguir leyendo Green Lantern”. En los años 80, el mismo Moore escribió varias historias cortas para Green Lantern, por cierto.

Igualmente es reseñable su empeño en que la innovación estaba en los recursos formales y no en los temáticos, que la industria “no lo entendió” al quedarse con los segundos y echarse en brazos del manga para los primeros. No creo que sea del todo cierto, aunque de nuevo Moore quiere pecar de querer ser el más mejor. La ola de renovación temática se puede situar en el Green Lantern/Green Arrow de Dennis O’Neill y Neal Adams, y el supergrupo ‘arreglando el mundo’ de manera ‘realista’ ya se encontraba en el Supreme Squadron de Mark Gruenwald.

 

Además, el mismo Moore había empezado con la parrilla de nueve viñetas y el recurso de la recurrencia semántica –el bote de colonia volador que simboliza la compresión de que El Comediante es el padre de Laurie, para que nos entendamos– en V de Vendetta. Watchmen, también por mérito de Gibbons, fue un prodigio en simetría y diseño de página al servicio de la historia que se estaba contando, quizás el mayor que han alcanzado ambos autores. Pero, repito, eran una serie de recursos que se encontraban al servicio de la historia.

 

Lo mismo puede valer para todos los alardes de Frank Miller, la otra gran estrella intocable del mainstream americano y, como Ditko, en las antípodas ideológicas del de Northampton, en Sin City o 300, o antes en su etapa en Daredevil. Si no hay historia a la que servir, no tienen sentido. En From Hell, Moore repetiría los mismos recursos con mayor libertad estructural, logrando otros hallazgos bien diferentes. También porque el dibujante, Eddie Campbell, era muy diferente de Gibbons, y eso influye.

Por razones de espacio y comodidad, este artículo, la primera parte de la serie sobre Watchmen, La Liga de los Caballeros Extraordinarios y derivados, se corta aquí y se editará en dos partes, pero son el mismo artículo.

 

Segunda parte.

Continuará...

 

El Advenedizo

advenedizo@hotmail.es

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Comentarios: 10
  • #1

    Eldan (lunes, 10 septiembre 2012 10:31)

    No sé cómo sentirme, no sé si me gusta o me desagrada la idea. Normalmente no tengo escrúpulos para leerme cualquier precuela, crossover o distopía que caiga en mis zarpas. Pero claro, una cosa son los héroes mainstream que parecen vivir en multiversos llenos de posibilidades (estoy deseando leerme Batman vs. Alien, por ejemplo) y otra una obra como Watchmen, que quizá pierda mucho si se intenta alterar o explicar el pasado de sus personajes.

  • #2

    El Advenedizo (lunes, 10 septiembre 2012 10:36)

    Lo suyo sería juzgar con las precuelas ya terminadas (son minis de 4-6 números y de momento ninguna pasa del 3), pero intuyo que alguna se va a estrellar con todo el equipo. Una futura entrega se dedicará a ellas, como esta serie va para largo, sólo decir que empecé escribiéndola en contra y he terminado a favor...

  • #3

    Cpt. Flint Baker (lunes, 10 septiembre 2012)

    En cualquier caso, Watchmen no pierde ni gana nada con su precuela. Watchmen ya está más que canonizada (¡si hasta aparece en el libro ese de las 1000 novelas que hay que leer antes de morirse, sí, considerada como novela!). Si la precuela en cuestión es buena o lo merece, se recordará, y si no, no pasará de mera curiosidad. En cualquier caso, el autor de La liga de los Caballeros Extraordinarios no debería quejarse por estas cosas. Que se enfada por todo este señor.

  • #4

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